Funcionó. La tensión en la mesa se disipó, y Jessica y Larry pasaron el resto de la comida de buen humor, burlándose y bromeando el uno con el otro. De repente, Jessica hizo una pausa y luego preguntó:
—Larry, ¿puedo hacerte una pregunta? ¿No tienes miedo de no poder deshacerte de mí ahora que me ofreces tu ayuda?
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