«Uf, sigo sin poder dormirme. ¿Qué hora es ahora? Fabian no tiene corazón. ¿Cómo puede permanecer tranquilo cuando nuestra boda se va a celebrar mañana? No, tengo que darle una lección». Hannah se sacudió la frente y se rio en silencio: «¡Ja! Te lo mereces!»
Fue una larga noche para ella. Cuando el sol se asomó por el horizonte, sus ojos al fin se cerraron. Un rato después, Fabian abrió los ojos y se estiró por instinto. Hannah, que estaba apoyada en su hombro, se despertó.
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