—El collar era especial para mí. —Para sorpresa de Vivian, Finnick lo admitió. Sus ojos se oscurecieron bajo la venda—. Pero —continuó Finnick—, si alguna vez eres tan tonta como para volver a ponerte en peligro por el collar, prefiero romperlo en pedazos.
Vivian estaba sorprendida. Finnick dijo algo parecido por la mañana, pero ella pensó que era todo un impulso y no se detuvo en ello. No esperaba que Finnick le repitiera esas mismas palabras de nuevo y en tono serio. Sus palabras hicieron que su corazón se acelerara.
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