Ante ese pensamiento, Helen se abalanzó y se agarró a Jason para evitar que siguiera haciendo algo extremo.
—¿Cómo te atreves a pegarme? ¡Una disculpa no te ayudará ahora! ¡Solo tienes que esperar a que te den una paliza! —espetó la camarera con saña mientras miraba a Jason con ojos saltones y pura malicia en su rostro.
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