—¡Oye, despierta! ¡Despierta!
En los últimos diez años, buscar a esa niña se había convertido en su costumbre. Era incluso más obsesivo que con buscar al autor intelectual del secuestro. No estaba seguro de si esa obsesión era solo para devolverle su amabilidad o qué. Solo sabía que aquella niña era su única esperanza en aquellas innumerables pesadillas. Ella era la luz que brillaba en la oscuridad y tenía un significado especial para él.
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