—Eres perfecta a mis ojos —Finnick la cortó—. Vivian, sé de quién me he enamorado. Te quiero, no importa cuánto hayas cambiado, no importa si sigues siendo la Vivian que conocí hace cinco años. Eres la niña de mis ojos,
Las lágrimas rodaron por sus mejillas mientras le miraba a los ojos. Algo se agitó en su interior. «¿Será verdad? ¿Podría haber hablado con el corazón?», pensó. Parecía que eran los únicos que quedaban en la calle mientras se miraban.
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