«Bien, entonces. Ahora no va a atender a razones, así que cerraré la boca». Dando vueltas, Nancy se acercó despacio al sofá del lado y hojeó una revista en silencio.
De repente, la culpa inundó a Jory. «No debería haber perdido los nervios, y mucho menos dirigir mi ira hacia mi mujer».
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