—Bien. Me gusta tratar con gente tan motivada como usted. Mañana me encargaré de que entre en el quirófano. Además, quiero que inyecte a las dos personas que se van a operar esta cantidad de anestesia —comentó Lyna sin rodeos mientras sacaba dos frascos pequeños y los colocaba sobre la mesa.
La persona sentada frente a ella entornó los ojos mientras miraba los dos frascos de anestesia, que eran suficientes para matar a dos personas. Sin embargo, siempre había vivido peligrosamente por encima de la ley y no era ajeno al negocio de matar y robar.
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