—Cariño, ¿estás despierta? —exclamó con voz ronca y rasposa.
—Mamá, tengo mucha sed —murmuró la paciente con voz débil. De inmediato, la anciana le entregó a su hija un vaso de agua sobre la mesa. La mujer tenía una expresión de preocupación pintada en su rostro.
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