Vivian sintió que Finnick intentaba comérsela mientras la besaba. Se dejó llevar por la corriente y le permitió hacer lo que quería, disfrutando de sus cariñosas caricias. En ese momento, estaba dispuesta a dedicarle todo lo que tenía. Mientras subía la temperatura en el coche, Finnick le susurró al oído:
—Vamos a casa para que pueda devorarte.
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