Tal vez incluso los dioses estaban celosos de su buena vida, así que tuvieron que hacer ciertos arreglos para interrumpir su paz ganada con tanto esfuerzo.
El teléfono vibró sin parar en su mesita de noche. Larry lo tomó y miró el identificador de llamadas. Lo siguiente que supo fue que su cansancio desapareció de inmediato. Se incorporó de golpe, apartó las sábanas y salió corriendo de la habitación.
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