Fabian y Hannah intercambiaron miradas y optaron por no responder. Pero como el incómodo silencio persistía, Regina empezó a impacientarse: «¿Qué? ¿Por qué esta maldita pareja es tan arrogante? Un día, los pisotearé, ¡y estarán a mi merced y a mi disposición!» Aunque eso era lo que tenía en mente, seguía manteniendo su sonrisa rígida porque sabía que tenía que recuperar su trabajo:
—Oye, he estado reflexionando sobre mis acciones. Mi trabajo...
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