Con un aspecto sombrío, Jessica salió del despacho. Dejando el bolígrafo en la mano, Larry se acercó a la ventana, encendió un cigarrillo y empezó a fumar.
«No te preocupes, Joan, cuidaré bien de la señorita Young y de Lucius». Levantó la cabeza y miró al cielo como si buscara una respuesta.
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