Capítulo 920 El momento de la verdad
El secuestrador se hartó de que el dúo se pusiera cariñoso delante de ellos. Levantó su pistola y colocó la boca del cañón justo al lado de la cabeza de Vivian. Le hizo un gesto a Finnick para que se decidiera. De lo contrario, pronto matarían a Vivian. Clic. La mujer indefensa estaba a un paso del infierno. Finnick no se atrevió a intentar nada temerario porque no podía soportar poner en juego la vida de Vivian. Era un riesgo que no podía permitirse porque no podía imaginar su vida sin ella. Una vez que lo pensó, su corazón se desgarró. Delante de todos, se puso de rodillas. Era la primera vez que se ponía de rodillas ante los demás porque, aparte de su abuelo, nunca se había arrastrado a merced de los demás.
Finnick se sintió humillado, pero cuando vio la pistola junto a la cabeza de Vivian, respiró hondo y se tranquilizó. No tenía nada que perder poniéndose de rodillas. En cambio, podía salvar la vida de Vivian dejando de lado su dignidad. Por otro lado, Vivian no pudo contener más las lágrimas. Aunque sabía que había cedido a la petición del secuestrador para salvarla, se sentía fatal porque nunca había visto al orgulloso hombre a merced de otros. Vivian se culpó por ser descuidada. Si hubiera actuado con precaución, no habrían llegado a agarrarla por sorpresa y llevarla detenida. Cuando se precipitó al lado de Finnick para ayudarle a levantarse, este la apartó y le dio una patada en la cara al orgulloso secuestrador antes de hacerse con el arma. Sin embargo, el dúo fue superado con creces, ya que al menos otros cinco secuestradores estaban armados con pistolas.
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