Cuando Megan fue a comprobar el ordenador, se dio cuenta de que tenía una mirada rígida todo el tiempo. De hecho, la rigidez era como si hubiera estado en una cirugía plástica fallida. El director, Adam Kennedy, en verdad había sido paciente con ella.
Cuando Megan vio a Herman discutiendo el guión con los demás miembros del personal, la rabia se apoderó de ella. Al mismo tiempo, la curiosidad se filtró en su mente.
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