—¡Oh! Ahora lo entiendo, los traeré enseguida.
El asistente bajó la cabeza y murmuró para sí mismo. «Sr. Jackson, es usted un bromista. En lugar de insistir en que era un regalo, debería haberlo llamado “té de rosas robado” al señor Norton. Sabía que el señor Norton nunca le había regalado nada».
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