Mientras el humo salía de su boca al aire, cruzó las piernas lánguidamente. A su lado, un gramófono reproducía una pieza de música clásica de Remdik.
—Dustin, ¿por qué tienes que difundir el rumor? —Golpeó despacio la ceniza de su cigarrillo—. Amigo mío, no es que te adule, pero esta vez te has superado, hasta el punto de tener a Larry y a Caspian corriendo en círculos.
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