De repente, la perplejidad inundó a Joan. «¿Qué tiene que ver que le guste Caiden conmigo? Si le gusta, ¡debería perseguirlo! ¿O puede ser que me haya pedido que salga para darle algunas sugerencias? Bueno, en verdad espero que no». Ante ese pensamiento, tomó con nerviosismo un sorbo de café.
«¡Ja! ¡Por fin está nerviosa! Joan Watts, por fin tienes miedo, ¿eh?»
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