Larry era un niño inteligente. Incluso Finnick habría tardado algún tiempo en completar el rompecabezas solo, pero bajo su guía, su hijo logró armarlo a gran velocidad. Rebosante de orgullo paternal, levantó a Larry y lo hizo girar, provocando la risa alegre del pequeño. Siempre había querido que su padre lo columpiara cuando era más chico. Por eso se alegró mucho cuando su deseo se hizo realidad.
Los labios de Vivian se curvaron en una sonrisa de satisfacción mientras observaba la interacción padre e hijo. Ese era, sin duda, el mejor escenario al que podía aspirar una familia.
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