Mientras Vivian daba un ligero tirón a su brazo, Evelyn sonreía con alegría y, en cambio, la sujetaba con más fuerza. Los que no lo supieran pensarían sin duda que eran buenas amigas. Vivian solo podía dejar que Evelyn la sujetara como quisiera.
Cuando llegaron al centro comercial, Evelyn no animó a Vivian a comprar ropa como la última vez. En su lugar, Evelyn se paseó probándose piezas ella sola y compró un montón de ropa. Cuando Evelyn se probaba la ropa, Vivian la ayudaba a llevar su bolso y las bolsas de ropa que ya había comprado. Con las dos manos llenas, Vivian la seguía por detrás como si fuera su criada.
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