—Jake, te advierto que no les pongas un dedo encima. De lo contrario, ¡nunca te perdonaré! —dijo Joan con fiereza, sin un rastro de calidez en su tono.
«Vaya, ¿me está amenazando?» Jake se burló y la miró con desprecio. «¿Qué pasa? ¿Cómo ha conseguido armarse de valor y hablarme de esa manera?»
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