Mientras Osmond estaba sumido en sus pensamientos sobre Mia, esta se ponía roja de vergüenza. Esa bofetada que mencionó Osmond fue su recuerdo más humillante. Mia no pudo soportar el insulto.
—¡No me estoy disculpando! ¿No es solo caminar descalza? ¿Cuál es el problema? —Se quitó las correas de los tacones y se los quitó de una patada provocando un fuerte sonido. Se sintió humillada, ya que estaba segura de que ahora todo el mundo la veía como una broma. A pesar de su glamurosa fachada de celebridad, no tenía ninguna dignidad a puerta cerrada.
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