La niebla blanca del extintor contuvo un poco el fuego en la escalera. En ese momento, vio a Fabian corriendo hacia ella. Al momento siguiente, la barandilla del pasillo contiguo se estrelló justo entre ellos y quedaron separados por las llamas que surgían.
—¡Maldita sea! —Vivian oyó a Fabian gritar mientras se tapaba la boca—: ¡Vivian, quédate ahí! ¡Iré a buscarte!
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