En ese momento, Vivian tenía un aspecto desaliñado. Tenía chupetones por todo el cuerpo y la hinchazón en la mejilla causada por la bofetada de Rachel aún no había remitido. Tenía los ojos cerrados con fuerza y temblaba mientras las lágrimas se derramaban sin control.
Apretando los puños, Finnick se maldijo a sí mismo por ser un idiota. «¿Por qué no me di cuenta de estas heridas en su cuerpo?», pensó. Se levantó de la cama y al instante fue a buscar el botiquín de primeros auxilios.
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