«¡Ah, Calabacita debe haber heredado los genes de Finnick! Eso es bueno. Al menos, no será tonto como yo», pensó Vivian. Después de que se marchó, solo Finnick y Benedict se encontraban en la sala de estar, pues Noah ya se había retirado con disimulo.
—¡Finnick! —gritó Benedict. Luego, levantó la cabeza y lo miró mientras contemplaba cómo debía empezar.
Obtiene más cupones de libro que los de la appRecargar
Ir a la app de Joyread
Sigue leyendo más capítulos y descubre más historias interesantes en Joyread