Cuando Vivian llegó a la oficina, se dejó caer en su silla y miró a Paris, que seguía trabajando. No dijo nada mientras contemplaba cómo debía emparejarlas. Al sentir su mirada, Paris levantó la cabeza, solo para ver que Vivian la miraba fijo como si tratara de ver a través de ella.
—¿Qué haces, Vivian? —la llamó Paris con tacto, indicándole que no la mirara de esa manera.
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