Las cejas de Gabriella se fruncieron con fuerza contra la mujer que tenía enfrente, y la comisura de sus labios se curvó como si tuviera a su interlocutora donde quería.
—No creo que estando tan cerca y conociéndonos desde hace tanto tiempo, no hayas podido percibir que me gustaba —dijo Gabriella, que no se guardó nada. Dado que la otra mujer estaba borracha de todos modos, no encontró ninguna necesidad de seguir enmascarando sus propios motivos.
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