Pensando que Elaine le resultaba más familiar que el resto de los presentes en el lugar, Vivian se sintió obligada a saludarla. Soportó el dolor y encajó con fuerza su pie hinchado en el tacón rosa. Cojeando, se acercó a ella despacio.
—¿Por qué estás aquí, Elaine? ¿Conoces a Evelyn? ¿Está aquí para visitar su tumba? —preguntó. Pero para su sorpresa, Elaine, que siempre había sido muy acogedora y entusiasta cuando interactuaba con ella, ignoró su presencia. Caminó alrededor de Vivian y ni siquiera la miró.
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