Tras reflexionar, Joan sólo pudo recordar al fotógrafo que debía ser muy cuidadoso y minucioso.
El asunto se complicó bastante; si Joan rechazaba su petición, habría ofendido indirectamente a Abelyn y habría dado a sus clientes la impresión de que el personal del estudio hacía trampas. Por el contrario, si aceptaba la tarea, también podría acarrear otras consecuencias adversas. Tras meditarlo, Joan se decidió por lo segundo, ya que parecía tener más posibilidades de rectificación.
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