—En ese caso... Llévale unos postres. Puedes ponerlo en mi cuenta —dijo, aflojando su agarre. Nunca le gustó deber favores a los demás, y mucho menos recibir regalos de desconocidos.
Mientras, una animada multitud se reunió en el exterior. Varias parejas se abrazan al borde del camino como si se susurraran dulces palabras. La voz de un hombre sonó desde atrás:
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