Aunque la niña no era muy bonita, era demasiado adorable. Miraba a través del escaparate de una tienda, como si hubiera algo que apreciara mucho en su interior. A Vivian le picó la curiosidad al preguntarse qué era lo que merecía su incesante atención.
Por ello, lanzó una mirada a Finnick, indicándole que la siguiera, a lo que él asintió y obedeció.
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