—Joan, tú también. Deberías resolver lo que sea que necesites antes de volver a vigilar a Leslie.
En la lujosa sala, Leslie dormía en su cama, cubierto por una manta suave y mullida. Junto a la cama, había un ramo de rosas que llenaba la habitación con su fragancia. Joan fue recibida por la tierna escena en el momento en que regresó a la sala. Su adorable hijo era un ángel para ella y la mayor fuente de felicidad de su vida. Estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para darle la vida que quería. Después de lo que acababa de ocurrir, se preguntaba cuánto tiempo podría durar su supuesta felicidad y si el amor que había en ella seguía siendo fuerte como para aguantar. Leslie estaba en gran medida bien. Tras unos días de descanso, volvió a ser el de siempre. Sentado junto a la cama, Dustin dejó escapar una leve sonrisa. A pesar de las cicatrices que tenía en la cara, no disminuían su estilo de ninguna manera.
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