De repente, Jake sintió que su corazón se encogía. «Por lo que parece, se han reconciliado», pensó. Su expresión decayó, incluso cuando un rastro de impotencia apareció en sus ojos.
—¿De qué estás hablando? Todavía no eres mi marido, ¿está bien? —se apresuró a contradecir Joan.
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