Sin dejar de mirar a Finnick, Vivian no tuvo más remedio que ponerse la ropa. La noche anterior cuando llegó, Molly le había preparado algo de ropa para que se pusiera al salir. Eso porque cuando se casaron, él había ordenado a sus sirvientes que le consiguieran un montón de atuendos; pero como esos trajes eran demasiado caros, ella no se atrevía a usarlos demasiado por miedo a verse como una persona de clase alta.
La ropa que Molly le había dejado era una de ellas. Un vestido de tirantes que se veía ordinario, pero en realidad estaba hecho de materiales exquisitos y confeccionados de forma meticulosa, adornando a su portadora con una elegancia impecable cuando lo llevaba.
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