«¿Qué? ¿Podría ser que le hubiera pasado algo?» Mirando a Jessica, que fruncía el ceño, Larry se convirtió en un manojo de nervios en un instante. Ella lo notó y se sintió regocijada por ello. «¡Ja! ¡Toma eso, Larry! Es la venganza por haberme tomado siempre el pelo. Ahora vas a probar tu propia medicina».
Sonrió con picardía. Sus ojos astutos apenas contenían su alegría.
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