Si Keith fuera una persona en su sano juicio, al menos podría reclamar o ser indemnizada por cualquier pérdida o perjuicio. El problema era que él tenía una enfermedad mental, por lo que ella no podía hacerle responsable de su conducta. Con una mirada de resignación, Joan se rascó la nuca. En ese momento, Lucius trotó hacia ella y le preguntó:
—Mamá, ¿qué pasa? ¿Por qué de repente pareces tan nerviosa?
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