Sintiendo que la ira subía por su pecho, Finnick respiró hondo para intentar controlarla. «¡Bien! Hagámoslo a su manera!»
Al oír la voz familiar y el precio ridículamente alto, fue como si se encendiera un fuego en el alma de Vivian, la rabia palpitando por sus venas. «¿Qué está haciendo este idiota? ¿Intentar presentarse como un buen marido después de toda la mierda que ha hecho?», pensó. Cegada por su furia, decidió superar la oferta de Finnick.
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