—¿Estás bien? ¿Estás herida? —preguntaba Finnick sin parar, mientras desataba las cuerdas que rodeaban los brazos y las piernas de Vivian. Luego la abrazó, mientras intentaba calmarse él también.
—Estoy... Bien... —tartamudeó ella entre toses. Mientras compartían un momento íntimo juntos, los espectadores miraban a Finnick con sorpresa e incredulidad.
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