Vivian estaba tan abrumada por la vergüenza que no pudo pronunciar una palabra en respuesta. Se dio cuenta de que Finnick era un lobo con piel de cordero. Aunque pudiera parecer un caballero, en realidad era un imbécil que no podía esperar a devorarla a la primera oportunidad. Sintiéndose demasiado avergonzada para responder a su pregunta, decidió mantener la boca cerrada.
Sin embargo, Finnick no estaba dispuesto a dejarla ir tan fácil. Levantándole la barbilla para obligarla a mirarle a los ojos, le instó en voz baja:
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