—¿Quiénes son ustedes? ¿Te ha enviado Evelyn o Mark? —interrogó Vivian con incertidumbre. Aparte de esas dos personas, no se le ocurría nadie más a quien hubiera ofendido.
La mano que acariciaba su mejilla se detuvo de repente. Vivian pudo sentir la vacilación en sus dedos, pero el hombre siguió sin dar una respuesta.
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