Fabian se detuvo en seco cuando se dio cuenta de que los lamentos y el llanto provenían de Emma. Se sintió perdido por un momento. Cuando recuperó el sentido común, hizo un gesto a los guardias de seguridad, que se habían apresurado a sacarla, para que retrocedieran.
—Oh, Ashley, mi dulce hija. No puedo creer que te hayas ido de mi vida. Es mi culpa por no haberte protegido —Emma siguió gritando y lamentándose sin importarle mucho su imagen.
Obtiene más cupones de libro que los de la appRecargar
Ir a la app de Joyread
Sigue leyendo más capítulos y descubre más historias interesantes en Joyread