—Sí, lo tengo. Enviemos más hombres para detener esos coches... —soltó Larry con ansiedad. Era la primera vez que los dos hombres llegaban a un consenso.
¡Boom! De repente, un trueno dividió el aire, seguido por un inmediato aguacero. Los relámpagos iluminaban el cielo y los truenos retumbaban. En general, todo parecía aterrador.
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