«¡Oh, Señor! Y los mocos en la cara y en la ropa. ¡Qué asco!» Evelyn se arrepentía de su decisión de venir al orfanato. Sin embargo, no podía expresar ninguno de esos pensamientos internos delante de Vivian. Así que tuvo que seguir actuando.
—Vamos. No llores. Cálmate...
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