—Larry, deberías desayunar. De lo contrario, tu cuerpo no podrá funcionar de forma óptima —le recordó Caspian mientras le ponía la comida delante.
Hacía unos días que Larry no dormía en la casa. Había recurrido a echar siestas en su despacho antes de despertarse para seguir trabajando. El asunto que tenía entre manos era demasiado complejo, y apenas tenía tiempo para comer. Si no fuera por los recordatorios de Caspian y su asistente, se habría olvidado de cuándo comer o de cuándo irse.
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