Sus colegas siempre habían sido un grupo persistente. Si bajaba, seguro que llegarían al fondo del asunto. Quizás pronto descubrirían que Finnick le había reservado una suite de luna de miel. Si ese era el caso, ya no podría enfrentarse a ellos. «¡Finnick es un idiota! ¡No puedo creer que se las arregle para ponerme en un aprieto!», pensó.
—¡Vivian, no te preocupes! Pasaré la noche en el sofá y me alejaré de ti…
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