Mientras hablaba, Hunter se dio la vuelta para ayudar a Vivian a salir del coche. Sin embargo, cuando por fin la vio, se llevó el susto de su vida. No había conseguido verla bien antes, pero ahora tenía un aspecto tan espantoso que no pudo evitar sentirse aturdido. Cada centímetro de la piel de Vivian estaba cubierto de un extraño tono rojo y su frente estaba empapada de sudor. Tenía los ojos vidriosos y era evidente que estaba a punto de desmayarse. Se bajó del coche y abrió la puerta del lado de ella. Mientras la sacaba a medias del coche, le preguntó:
—Vivian, ¿estás bien? ¿Cómo te sientes ahora?
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