Delilah ya se había convertido en una persona mucho más tranquila. Ya no tenía grandes sueños de tener un negocio. En su lugar, sólo quería plantar en su propio jardín en casa y disfrutar de los últimos años de su vida con tranquilidad.
—Sra. Young, ¿no cree que fui bastante tonta en aquel entonces? —preguntó Joan de repente a Delilah.
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