Los pensamientos fueron suficientes para que Vivian llorara. Parpadeó varias veces y trató de reprimir el estallido de emoción que amenazaba con desbordarse. Al mismo tiempo, se obligó a ser fuerte por el bien de su madre. Al fin y al cabo, aún no había descubierto los resultados. No tenía sentido asustarse así. En cuanto llegó, Vivian se apresuró a ver al médico que la había examinado antes.
—¿Qué noticias hay, doctor? ¿Es mi médula ósea compatible con la de mi madre?
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