No podía decirles que se alojaba en la urbanización más cara de la ciudad. Por ello, no tuvo más remedio que decir al resto que su marido ya estaba en camino para recogerla. Sonrió y les dijo que se fueran primero. Todos la envidiaban por tener un marido tan cariñoso y se fueron marchando uno a uno. Al final, ella fue la única que quedó esperando a la entrada de la empresa.
Al cabo de veinte minutos, seguía sin haber rastro de ningún taxi. Trató de llamar a uno mediante una aplicación de viajes compartidos, pero tampoco tuvo suerte. Como Finnick no estaba en Sunshine City en ese momento, no podía pedirle ayuda a nadie. Por lo tanto, solo podía seguir esperando.
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