Capítulo 4 ¿Está usted soltero?
La revelación dejó a Vivian atónita. Antes de que pudiera reaccionar, Finnick les lanzó una pequeña sonrisa.
—Ustedes son de Revista Glamour... ¿verdad? Por favor, toma asiento.
—Vivian, ¿qué haces ahí parada? —preguntó Sarah. Dicho recordatorio la sacó de su aturdimiento y no tardó en seguirlas hasta el sofá.
Finnick se deslizó y se detuvo frente a ellas. La cara de Sarah estaba llena de emoción cuando preguntó:
—Señor Norton, ¿podemos empezar?
—Claro.
La expresión de Finnick era bastante plácida. Hasta ahora, ni siquiera le había dedicado una segunda mirada a Vivian. Era casi como si fueran completos extraños. Su actitud distante había hecho incluso que Vivian se preguntara si aquel hombre era una persona cualquiera que tenía un parecido asombroso con su nuevo marido.
Con las mejillas enrojecidas, Sarah comenzó la entrevista:
—Bueno... Sr. Norton, ya que ha sido muy misterioso hasta ahora, todo el mundo se muere por saber cuál es su nombre completo. ¿Le importa decirnos su nombre?
—Finnick Norton —respondió. En el momento en que las palabras salieron de sus finos labios, las esperanzas de Vivian se desvanecieron cuando lo confirmó: «Finnick Norton. ¡Sí es mi nuevo marido!»
—Finnick Norton. Qué nombre tan lindo —halagó Jenny con una sonrisa—. A continuación, nos gustaría hacerle una serie de preguntas.
Con eso, Jenny se giró para lanzarle a Vivian una mirada mordaz. Al darse cuenta de que Vivian seguía mirando a Finnick con una sonrisa estúpida, pellizcó con disimulo a la mujer que soñaba despierta.
—¡Ay! —exclamó Vivian con dolor al volver a sus cabales. Antes de ir hasta ahí, todos habían acordado que Vivian haría la entrevista, mientras Sarah y Jenny tomaban las notas.
Ante la mirada reprobatoria de Jenny, Vivian calmó sus furiosas emociones mientras ponía un aire profesional.
—Sr. Norton, ¿es usted oriundo de Sunshine City?
—Se podría decir que sí —respondió. En marcado contraste con el pánico anterior de Vivian, Finnick estaba tan fresco como un pepino mientras seguía explicando—: Nací aquí, pero me fui al País A cuando era muy joven.
Ante sus palabras, Vivian sintió de repente ganas de estallar en carcajadas. El hombre que se sentaba frente a ella se suponía que era su marido, pero no sabía nada de él. Sin embargo, en ese momento estaba trabajando, así que dejó de lado sus pensamientos aleatorios. Continuó la entrevista, repasando la lista de preguntas que habían preparado de antemano.
La entrevista se desarrolló sin problemas después de eso. Finnick se mostró bastante cooperativo, aunque un poco frío. Aun así, no se parecía en nada al hombre irracional y antipático que describían los rumores.
Al dejarse llevar por la corriente, por un momento, Vivian olvidó que estaba entrevistando a su marido. Sin embargo, cuando sus ojos se posaron en la siguiente pregunta, sus palabras se atascaron en su garganta. Un silencio incómodo se apoderó de la oficina.
—Vivian, ¿qué estás haciendo? —preguntó Sarah dándole un codazo.
Puso una sonrisa de disculpa en su cara y siguió:
—Mis disculpas, Sr. Norton. La siguiente pregunta es bastante personal y estoy segura de que muchas de nuestras lectoras estarán interesadas en su respuesta —explicó. Aplastando la extraña sensación que le ardía en el pecho, Vivian se obligó a preguntar—: ¿Está usted soltero, señor Norton?
Vivian podría haberse mordido la lengua ante la estúpida pregunta que había escapado de sus labios.
«Ugh, si solo Sarah y Jenny no estuvieran aquí ahora mismo. ¡No tendría que hacer esta pregunta de la que ya sé la respuesta!», se quejó. Nerviosa, levantó la cabeza para mirar a los ojos de Finnick. Hubiera jurado que había vislumbrado un leve indicio de diversión en sus orbes carentes de emoción. Sin embargo, desapareció tan rápido como había llegado, dejándola con la duda de si solo lo había imaginado.
Abrió la boca y respondió:
—Bueno... ¿qué le parece, señorita?